martes, 4 de octubre de 2011

YOM HAKIPURIM 5772 - En Barranquilla-


BS”D

BET MIDRASH KIRUV:

“RAB. ISAAC ABRAVANEL ZT''L''

Casa de Estudio para el acercamiento de los

Bene Anusim a nuestras Raices

CARRERA 60 # 68 - 133 BARRANQUILLA - COLOMBIA ,

Tel : 57- 315726089 ,

e-mail: abravanelbaq@gmail.com


ESTIMADOS CORRELIGIONARIOS

LES RECORDAMOS QUE ESTE JUEVES 06 DE OCTUBRE, SE VENDERÁN POR ÚLTIMA OCASIÓN LOS LUGARES PARA YOM HAKIPURIM 5772 ,


MIEMBROS: $ 10.000 P/P



NO MIENBROS : $ 20.000 P/P


SELIJOT, HATARAT NEDARIM VE SEDER MESIRAT MODA'AH

A Jewish Story - Kol Nidre Vows
Viernes 07 de Octubre
Selijot : 4:00 AM
Shajarit, Hartarat Nedarim y Mesirat Moda'ah: 5:00 AM

כפרות

KAPAROT :

06 DE OCTUBRE

DE 6: 00 PM A 9:30 PM


¡ADQUIERE TU LUGAR YA !


Iom Kipur es el aniversario de un acontecimiento que da una cierta visión e inspiración a todos nosotros. Al comienzo de la historia judía nuestro pueblo dejó Egipto triunfante y marchó hacia el Monte SINAI para la cita más trascendental de lo historia: la mañana en que tuvieron la Revelación y escucharon los Diez Mandamientos. Menos de seis semanas después, estaban bailando alrededor del Becerro de Oro y Moisés destruyó las Tablas de los Diez Mandamientos. La nación estaba bajo la espada amenazante de la ira Divina por haber traicionado la confianza de D’s.

D’s perdonó a Israel después de varias semanas de oración y arrepentimiento, y Moisés subió nuevamente para recibir las segundas Tablas de la Ley. Una vez más bajó del Monte con las Tablas, pero esta vez se encontró frente a un pueblo feliz de haber obtenido el perdón divino, arrepentido por haber caído tan fácilmente y decidido a pasar todas las pruebas a que fuese sometido en el futuro para probar su lealtad.

Moisés volvió al campamento de Israel un décimo día de Tishré. Fue el día en que D’s dio su perdón por una trasgresión que aún no logramos comprender. Fue el día que aún nos recuerda el mensaje de que el hombre no debe nunca perder la esperanza, no importa cuan grave haya sido su pecado. El hombre puede haber perdido el afecto de sus seres queridos, sus amigos y consejeros, pero D’s sigue esperando ansiosamente su arrepentimiento y la oportunidad de poder perdonarlo.

Como dijo el Salmista, “Aunque mi padre y mi madre me han dejado, el Señor me recogerá” (Salmos 27:9) Ese día se convirtió en el primer Iom Kipur, el primer Día de Perdón y D’s decidió que el décimo día de Tishré fuese el día del año en que El escucharía las plegarias, el remordimiento y los cambios del corazón.

Examinemos el significado del Iom Kipur, ese llamado a arrepentirse y confesar. Intentemos, brevemente, aislarnos de los condicionamientos de la sociedad moderna y de su actitud cínica y condescendiente hacia todo lo que es espiritualidad y misión religiosa. Intentemos comprender el Iom Kipur como nos lo enseñaron nuestros Sabios.

Arrepentimiento, un regalo de D’s

La palabra hebrea para pecado, “Jet” significa literalmente, una falta de algo, una disminución. El acto de pecar en sí degrada al pecador. Lo hace ser un ser humano inferior. Engendra dentro de su corazón un sentimiento de indiferencia hacia el mal, una tolerancia hacia el mal, un gusto por el mal y, posteriormente, un rechazo del bien,

Un diabético con un apetito incontrolable por los dulces llegará al razonamiento de que una vida sin goce no es vida, y se irá destruyendo poco a poco. El empresario que fue una vez honesto, pero cae constantemente en la tentación, se convencerá de que los negocios son una selva donde todo aquél que entra acepta la posibilidad de que puede ser engañado.

El pecador cambia. Sus acciones lo deshonran. Su alma es destruida y degradada. Una mente corrompida es incapaz de deleitarse espiritualmente; es como un pulmón canceroso que no logra inhalar aire para fortalecerse.

Si se da a un niño un martillo y clavos para que juegue, y los usa para perforar los vidrios de las ventanas, se los quitarán inmediatamente. ¿Puede un niño acaso defenderse insistiendo en que sólo quebrará algunos vidrios chicos y que se abstendrá de romper cristales caros? Por supuesto que no. Entonces, ¿por qué debe permitirse el pecador asirse a la vida y usarla para burlarse de la voluntad de su Creador? Una mente pura debe sentirse ofendida con sólo sugerir que el pecador puede escapar con una simple palmada o una promesa para el futuro.

Pero existe una salida, que D’s mismo nos ha proporcionado; es quizás el don más maravilloso que nos haya dado, porque sin él, el hombre no podría volver a levantarse después de una caída. Su naturaleza humana lo tiene condenado a caer. Sin embargo, el pecador tiene la posibilidad de rehabilitarse, de quedar inmaculado. “Dejemos que el pecador se arrepienta y sea perdonado”, nos dice D’s: “Shuvu elai veashuva alejem”. “Volved a Mí y Yo volveré hacia vosotros”, dice Hashem (Malají3:7).

D’s nos pide que volvamos a El y nos promete, “volveré a vosotros”. Consuma nuestro arrepentimiento, porque el hombre por sí solo no puede lograr un perdón total. Sin la misericordia de D’s seguiría llevando sus pecados en el alma. Si no hubiese pecado nunca, podría no sentir la tentación de hacerlo, porque el pecado no sólo no hubiese sido parte de su deseo, sino tampoco de su experiencia. Sin embargo, una vez que se ha perdido la inocencia, no podría nunca recobrarse si no fuese por la seguridad que nos da D’s de recibir a todo penitente e implantarle “un nuevo corazón y espíritu” (Ezekiel 36:26).

Elementos de arrepentimiento

El gran Rabino lona (uno de los grandes sabios del siglo XII, autor del “Shaaré Teshuvá”, ‘Pórticos del arrepentimiento’) nos da una lista con 20 componentes de arrepentimiento de los cuales dos son primordiales:

1) Tener remordimiento por el pasado.
2) No volver a pecar en el futuro.

Al tener remordimiento por el pasado, el pecador muestra que ha tomado la decisión de ser mejor, y esto debe primero acontecer en la mente. Al mostrar su remordimiento, la persona logra un primer paso hacia el arrepentimiento. Sin embargo, al no volver a pecar en el futuro, la persona muestra que su resolución fue real. Puede que tenga nuevamente la oportunidad de pecar. Pueden darse las condiciones, puede sentirse tentado, pero el penitente se niega a hacerlo. Al no cometer el acto, prueba que su resolución fue firme.

No obstante, si la persona peca constantemente, el camino hacia el arrepentimiento es un poco distinto. Este tipo de pecador habitual debe primero encontrar alguna forma de dejar el pecado antes de poder mostrar un verdadero remordimiento por el pasado. Si aún está atrapado en un pecado que comete habitualmente, su remordimiento por el pasado no será sincero. Debe comenzar por dejar el hábito de pecar para poder luego proceder con el proceso de arrepentimiento que describimos anteriormente.

Iom Kipur – Pureza y Confesión
(Esta sección de nuestro artículo se basa en Ohr Gedalyahu, de Harav Gedalyah Schorr).

Obtener “PERDÓN” y “PUREZA” son dos procesos diferentes. Nuestra primera meta en Iom Kipur es ganarnos la misericordia de D’s para que no nos castigue por nuestras malas acciones pasadas. Esto es lo que llamamos, “Capará” (perdón). Requiere, por supuesto, de un arrepentimiento sincero, ¿Porqué debiera D’s dejar que un año o toda una vida de pecado no recibiese lo merecido? El perdón (“capará”), requiere a lo más, como lo expresa el Talmud, una voluntad tan firme que D’s, quien conoce todos nuestros pensamientos ocultos, pueda atestiguar la verdadera sinceridad del penitente. Este es el tipo de arrepentimiento que merece “capará”, la decisión de D’s de no castigar.

Sin embargo, con esto no se logra “Tahará” (pureza), porque la persona misma aún no ha cambiado. Su discernimiento intelectual sobre el bien y el mal como su autodisciplina pueden ser lo suficientemente firmes como para impedirle cometer un pecado, pero aún sigue manchada por toda una vida de pecado, por un efecto acumulativo de una exposición prolongada a una cultura común, a una asimilación dentro de la sociedad, a encuentros diarios con un medio ambiente cínico, con clientes poco escrupulosos, con público, con socios, con esa necesidad que se tiene de reír, alegrarse y chacotear con los compañeros y colegas. Por lo tanto, incluso después de habernos arrepentido y ganado el perdón divino, nos sentimos tentados por los viejos pecados. Logramos ciertamente vencer la tentación -y esto es un logro maravilloso- pero sólo aquéllos que son realmente puros no son atraídos por la tentación.

¿Qué es esa meta tan inalcanzable que llamamos pureza?
La pureza es la búsqueda del propósito para el cual D’s nos creó. El hombre debe mostrar toda su vida que cada una de sus acciones, cada uno de sus pensamientos, cada pedacito de su vida tiene como meta lograr ese propósito. Es sin duda una ardua tarea, permanente, eterna. Para ello tenemos Iom Kipur; es nuestra fuente de pureza. Nos permite volver a emprender nuestra búsqueda y nos proporciona las condiciones espirituales para lograrlo.

Es un mandamiento positivo de la Tora hacer que el hombre eleve su espíritu hacia el arrepentimiento en Iom Kipur; dice… “Deberás purificarte de todos tus pecados ante HASHEM” (Shaaré Teshuvá 2:14).

En Iom Kipur tenemos la obligación de elevar nuestra alma. Hay otra palabra clave en el pasaje anterior: Rabeinu Iona cita el verso en que se dice que Iom Kipur es especialmente un día de purificación. Todo pecado consiste en un hecho y la actitud que lo fundamenta. Así como el hombre tiene mayor control sobre sus manos que sus ojos, sobre sus actos que su imaginación, es más fácil para él evitar pecados en hecho y arrepentirse de hechos pecaminosos que evitar y arrepentirse de pensamientos pecaminosos (Shaaré Teshuvá 3:26). Iom Kipur, día de pureza, nos otorga la posibilidad de desarraigar estas actitudes y pensamientos. Según nuestros sabios, es evidente que cuando la Tora ordena alguna norma, D’s nos proporciona los medios para alcanzar el objetivo requerido. Si a un judío se le ordena purificarse en Iom Kipur, se le dan los recursos para lograrlo; Iom Kipur es un día que irradia un aire de santidad único; ese día emana el potencial de pureza que necesitamos.

¿Qué tiene Iom Kipur para que emane tanta pureza? Rambam (uno de los grandes sabios del siglo XII) nos da una visión al respecto:
Existe otro mandamiento aún más positivo para Iom Kipur. Debemos abstenernos de comer y beber. Se nos prohíbe tomar baños, aceitar nuestro cuerpo, usar zapatos y la relación conyugal. Es un mandamiento positivo abstenernos de todo esto, así como se nos ordena no comer. (Hiljot Shevitat ‘Asor 1:4,5).

Un día de descanso

Vale la pena destacar que RAMBAM no habla de Tzom (ayuno), o Inuy (aflicción). Describe la aflicción de comer en Iom Kipur como una “abstención”, un “descanso”. Es como si la comida, la bebida y los demás actividades fuesen experiencias penosas de las cuales nos libramos en Iom Kipur. De hecho, si comprendemos bien el significado de Iom Kipur, nos damos cuenta de que es realmente un día de “descanso”. Las actividades que se nos prohíben en Iom Kipur representan la prescindencia de la parte animal, de esa asociación cuerpo-alma que constituye al hombre. La “pureza” requiere la supremacía del alma y de la mente; es por ello que es necesaria esta prescindencia.

El ayuno en Iom Kipur no tiene como propósito la autoaflicción. Iom Kipur no es como Tishá Beav un día de tragedia y luto. La esencia de Iom Kipur es trascender las limitaciones, Iom Kipur es un día en que los judíos alcanzan la condición de ángeles. Es voluntad de D’s que, cuando alguien comienza a arrepentirse, le otorga un perdón muy superior al que podría ser capaz de merecer con sus propios esfuerzos. Cualquier esfuerzo sincero, aunque mínimo, es ampliamente recompensado, porque es voluntad de D’s que el servicio de Iom Kipur permita ganar la entrada de Israel al mundo de los ángeles.

La confesión verbal

Viduy (confesión) es inseparable de teshuvá (arrepentimiento). Según Rambam (Hiljot Teshuvah 1:1), el mandamiento de la Tora que nos ordena arrepentimos, menciona explícitamente una confesión, no un arrepentimiento (Números 5:6.7). Por lo tanto, está claro; no puede haber arrepentimiento salvo que vaya acompañado de una confesión verbal. ¿Pero por qué se necesita esa confesión verbalmente, las emociones y el intelecto, el remordimiento por el pasado y la resolución de no volver a pecar en el futuro?

Como el hombre es un ser inteligente, que piensa, que tiene imaginación, pasa constantemente por su mente todo tipo de pensamiento , incluyendo el remordimiento y la auto-superación; pero estos últimos no duran, Para que sus pensamientos tengan un significado duradero, debe transformarlos en palabras, porque es un proceso que culmina cuando se expresan y aclaran las ideas. No es tan fácil como parece. En general, a la gente le es extremadamente difícil admitir abiertamente que ha cometido un error. Buscamos excusas. Nos negamos a admitir la verdad. Echamos la culpa a otros. Negamos lo obvio. Nos distinguimos por nuestros razonamientos. Pero aquel que se detiene a pensar y “arranca” de su corazón la verdad, “he pecado”, ha realizado algo muy importante, muy significativo.

Cuando el rey David pecó con Bathshéva(Betsabé), D’s mandó al profeta Nathán para amonestarlo. El profeta no escatimó sus palabras. Sin tacto ni delicadeza reprendió a su rey (Samuel II 12:1-12). Cuando termina el sermón hay un espacio en blanco en el texto escrito. Luego David contesta con sólo dos palabras, “He pecado ante HASHEM”. Nathán contesta entonces, “(Si así fue), D’s te ha librado de tu pecado y no morirás”.

El Gaón de Vilna (gran sabio que vivió hace 200 años) explica el significado de ese espacio en blanco antes de la respuesta del Rey David. Hubo un silencio después de las duras palabras de Nathán. David tenía una profunda lucha interior. Podría haber justificado su acción porque, según dice el Talmud, técnicamente, no había pecado (Tratado Shabat 56a). Al examinar la acusación de Nathán en silencio, se sintió consumido por una inmensa agitación emocional -¿Debía acaso ignorar su condición real y admitir que el profeta tenía razón? Finalmente, tomó su decisión: “He pecado”.

La respuesta de David es considerada como un prototipo de confesión y arrepentimiento, tanto por su breve contestación a Nathán como por su extensa confesión y plegaria a D’s (Salmos 51); la citan en obras clásicas como Shaaré Teshuvá, considerándola un modelo de arrepentimiento: pensamiento serio, admisión franca del error, y expresión verbal de cómo nos hemos extraviado y a dónde queremos llegar. Esto es viduy (confesión).

El último día de los Diez Días de Arrepentimiento depende de nosotros. D’s espera nuestra respuesta a su llamado y anhela perdonarnos y bendecirnos. ¿Podemos someternos a una auto-evaluación, al arrepentimiento, a una confesión, al largo camino que debemos seguir para alcanzar nuestra pureza? Podemos, sí. Comencemos entonces


Tizku Leshanim Rabot



Comunidad Israelita Sefaradi Rab. Isaac Abravanel de Barranquilla
--




No hay comentarios:

Publicar un comentario